Antecedentes
Quibdó se encuentra en la costa del Pacífico de Colombia y tristemente conocida como una de las ciudades más violentas del país, acompañada de altos niveles de corrupción y negligencia del gobierno nacional. Todas las muertes violentas son en su mayoría de adultos jóvenes de hasta 18 años de edad.
Logros de la iniciativa
El festival contó con fondos adicionales de la Fundación Selección Colombia, lo que permitió a los Entrenadores de la Paz llegar a un gran número de niños. El festival en Quibdó también contó con la presencia del secretario de la liga de fútbol de Choco, el presidente de la liga de fútbol de Choco y otras organizaciones sin fines de lucro que trabajan en la región y abren oportunidades de colaboración para nuestros Líderes de paz.
Número de
participantes
Número de niños atendidos
por los líderes de paz
Nunca es tarde.
Eran casi las 4 de la tarde y desde la ventana del cuarto piso del edificio del Banco de la República, en el centro de Quibdó, comenzamos a ver el atardecer que pintaba de colores el río Atrato.
Richard Flórez consiguió este espacio para reunirnos por primera vez con 12 líderes deportivos que como él, serían la columna vertebral del programa Construir Jugando, de la Fundación Selección Colombia, que nació el día en que Colombia clasificó al Mundial de Brasil de 2014.
Todavía no sabemos qué le dijo el ‘Profe’ Pekerman a los jugadores en el intermedio del partido contra Chile, en el que nos jugábamos la clasificación. El caso fue que después de ir perdiendo 3 a 0, y cuando parecía que veríamos otro mundial por televisión, la selección salió a devorarse la cancha del Metropolitano y con un inolvidable hattrik de Falcao empatamos el partido y volvimos a una Copa del Mundo después de 16 años.
Por razones laborales Fernando Jaramillo, Vicepresidente de Asuntos Corporativos de Bavaria, vio ese partido en la ciudad costera de Durban, Sudáfrica, en compañía de Karl Lippert, Presidente para Latinoamérica de SABMiller.
Fue tal la euforia que generó la clasificación en Jaramillo, – y la que se vivió en cada rincón de Colombia- que, junto con Lippert, pensaron que el fútbol tenía que utilizarse con un propósito más loable que el netamente comercial.
De esta manera fue como Bavaria se puso la camiseta y decidió donar 125 millones de pesos por cada gol que anotara la Selección en Brasil, y que de ahí naciera el capital semilla de esta iniciativa.
Así nació la idea de la Fundación Selección Colombia, que hoy, tres años después, tenía su primera reunión en una ciudad que respira y vibra con el fútbol, pero a la que también le ha tocado sufrir los peores embates de la guerra en Colombia.
Después de darle vueltas al asunto, empresarios y personas cercanas al fútbol, que fueron llamados a tomar las riendas del proyecto, guiados también por la Red Fútbol y Paz, la cual reúne a 11 fundaciones que trabajan el fútbol como modelo de desarrollo en Colombia, decidieron recorrer los barrios más populares de Quibdó, esta vez no en busca de jóvenes promesas, sino de ‘profes’ de barrio que quisieran trabajar con los niños utilizando el fútbol como herramienta.
Casi cuatro años , el 4 de febrero de 2017, en este salón con vista privilegiada, se celebraba la primera reunión con esos líderes y comenzaba la transferencia metodológica de un modelo de desarrollo exitoso en más de 100 países en el mundo, conocido como Fútbol por la Paz.
Toda la capacitación, en la que estos hombres y mujeres reciben nuevas herramientas para continuar un trabajo que llevan haciendo por años sin ninguna remuneración en los barrios más necesitados de Quibdó, fue amenizada con algo de funk que provenía del salón vecino.
Al salir nos percatamos que se trataba de un grupo de jóvenes ensayando para una presentación de danza contemporánea, quienes bailaban con un nivel que sin duda les permitiría presentarse en cualquier escenario internacional.
Y como dice Luis Gilberto Murillo, ex gobernador del Chocó, la cultura y el deporte son, y en especial el fútbol y la danza, las armas que encontraron los jóvenes de la región Pacífica para hacerle frente al conflicto social y armado que les ha tocado vivir.
Esa tarde, al salir del Banco de la República y mientras esperábamos un taxi bajo la lluvia que en pocos segundos desplazó aquel sol majestuoso, nos percatamos de una fila interminable de población indígena y afro descendiente que esperaba desde hace varias horas por un subsidio alimenticio a población desplazada. Niños, mujeres y ancianos comenzaban a perder la calma. La desesperanzadora imagen nos hizo perder la euforia que nos habían generado los jóvenes bailarines.
Según la Defensoría del Pueblo, Quibdó es la segunda ciudad del país que recibe a más desplazados en Colombia con cifras que alcanzan las 150 mil personas en los últimos 5 años. A esto se suma que el 62.8 por ciento de la gente vive en situación de pobreza (con menos de un dólar al día) y ostenta el récord de mayor corrupción y necesidades básicas insatisfechas en Colombia.
Los que llegan desplazados de sus regiones de origen compiten para sobrevivir contra otros -los locales- que tienen muy poco, lo que agudiza el conflicto social generando problemas de microtráfico y pandillas que conforman los más jóvenes: los llamados hijos de la guerra.
Esa misma tarde, desde el taxi en el que nos dirigíamos al barrio Villa España al norte de Quibdó -donde opera la fundación- escoltados por algunos líderes en sus motos, el medio de transporte que predomina en la región, vimos una escena que se repite a diario: jóvenes en pantaloneta y tenis, con el torso desnudo, enfrentados con armas de fuego.
Ellos conforman las 28 pandillas que según la Alcaldía de Quibdó hay en la ciudad y son la razón por la que en muchas ocasiones se suspenden los entrenamientos del proyecto.
Y sin embargo en Villa España vuelve la esperanza. En una cancha de piedra en la que los niños juegan descalzos, una asociación de jóvenes desplazados conocida como AJODENIU, ha logrado a punta de resistencia y perseverancia ofrecerles alternativas diferentes a niños y jóvenes ofreciendo actividades culturales y deportivas.
Algunos líderes de AJODENIU y 90 niños de este sector hoy pueden seguir haciendo lo que hacen, con mejores herramientas, materiales y capacitación, gracias al apoyo de la Fundación Selección Colombia. En solo Quibdó, ya son 20 los líderes capacitados y más de 1500 los niños y niñas beneficiarios. Este proyecto además se replica en Timbiquí, Cauca, el Tarra, Norte de Santander y próximamente en otros municipios del país golpeados fuertemente por el conflicto armado.
El pasado 28 de noviembre de 2018, también se unieron a este equipo El Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania y streetfootballworld y permitieron que 10 líderes y 300 niños de municipios aledaños a Quibdó se sumaran al proyecto.
“Esto es quizás lo más significativo: Jugar en equipo y demostrar como todos podemos ir aportando para generar más impacto y mejorar la calidad de vida de los niños y niñas usando el balón como herramienta. Aquí estamos la empresa privada, las organizaciones sociales, los cooperantes internacionales y lo más importante, la comunidad”, afirma Ana Arizabaleta, Directora de la Fundación Selección Colombia.
En medio de contrastes fue terminando aquella noche en Quibdó. La mayoría de los líderes tomaron sus motos para volver a sus casas, en donde al otro día estarán los niños esperando por ellos para un nuevo entrenamiento.
Ellos son conscientes que su responsabilidad es alta. Ya no solo son entrenadores para sacar una sonrisa o tener la suerte de que alguno de sus pupilos se convierta en jugador profesional. Ahora, de su trabajo depende que las cosas comiencen a cambiar.